Coronavirus: pánico y alarma
Como suele ocurrir cuando se descubre una nueva enfermedad y comienzan a contarse los contagiados, la población entra en un estado cercano al pánico que empeora con la desinformación.
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Es importante señalar que el conocimiento nos ayuda a enfrentarnos de forma adecuada a este tipo de crisis y, por tanto, es conveniente saber informarse a través de los cauces adecuados.
En este sentido no conviene hacer caso a bulos que se extienden a través de medios no oficiales y, desde luego, no participar en la difusión de ningún tipo de noticia o afirmación que no esté contrastada u ofrezca la más mínima duda acerca de su veracidad. Estos consejos pueden ser fundamentales a la hora de hacer frente a un problema de carácter mundial.
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Para mantener la cabeza fría y no preocuparse en exceso por razones equivocadas es interesante hacerse algunas preguntas y atender con intención crítica a las respuestas.
¿Es muy grave el Coronavirus?
Responder a esta pregunta se vuelve en ocasiones delicado ya que o se puede ofrecer un sí o un no rotundos. Para satisfacer esta cuestión hay que valorar ciertos aspectos fundamentales y comenzar aclarando que no es una enfermedad muy grave en lo referente a la tasa de mortalidad.
Según los datos ofrecidos por la Organización Mundial de la Salud, se ha establecido la tasa de mortalidad del COVID-19 coronavirus en unas cifras que oscilan entre el 2% y el 4%. Sin embargo, saliendo de este país asiático, nos encontramos con una tasa que no supera el 0,7%.
A diario se compara esta nueva enfermedad con la gripe común que acaba con la vida de muchas más personas cada año. Sin embargo es importante señalar que, a pesar de su baja mortalidad, se trata de una enfermedad de rápido contagio que aún no cuenta con una vacuna para la prevención.
Este elemento es la clave que lo diferencia de otras enfermedades estacionales que nos acompañan de forma más cotidiana y que hemos aceptado sin provocar crisis alguna.
Hay que saber siempre que no deja de ser un virus que supone un riesgo para una parte de la población, principalmente ancianos y enfermos de afecciones respiratorias, y que se vuelve imprescindible no infravalorar su importancia para actuar con celeridad y eficiencia tanto en la prevención del contagio como en el tratamiento y la contención para evitar su propagación.
¿Pasará esta crisis?
Los datos que llegan desde China, país donde se inició el brote, nos dan esperanzas y nos muestran la luz al final del túnel. Lo cierto es que los contagios se han reducido drásticamente tras las medidas aplicadas por el gobierno chino y los resultados están siendo visibles.
En los países occidentales se están gestionando las medidas con decisiones dispares por parte de los gobiernos, sin embargo, se está procediendo a la contención procurando no crear excesiva alarma y favoreciendo al máximo el mantenimiento de la normalidad en la vida cotidiana de los ciudadanos. Manteniendo esta dinámica y recrudeciendo las medidas antes de que el contagio sea incontrolable, los resultados no deben tardar mucho en vislumbrarse.
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