Las mujeres desminadoras arriesgan su vida en Caquetá, Colombia

Las mujeres desminadoras pertenecientes a “Ayuda Popular Noruega”, una organización humanitaria que ayuda a descontaminar Colombia, tiene un equipo conformado en su mayoría por mujeres que ayuda a retirar los artefactos explosivos que plantó la guerrilla de las Farc.

 

Desafortunadamente se han registrado 11.811 víctimas por minas antipersonal y munición sin explosionar, siendo el año de 2006 el año más crítico y peligroso, pues se presentaron 1228 víctimas, el mayor número en toda la historia de Colombia.

En la última década, la tendencia ha venido cayendo gracias al trabajo de todas las organizaciones que trabajan desminando el país, con excepción del año 2012, hasta ubicarse en 2016 en niveles que no se presentaban desde el año 1999. Durante el año pasado 2019 se presentaron 111 víctimas.

Esta problemática ha dejado heridas al 80.5 % (9513) de las víctimas y el 19.5 % (2298) personas han fallecido a causa del accidente, es decir 1 de cada 5 víctimas ha muerto.

Por otra parte, Colombia ha sido uno de los países del mundo con mayor cantidad de víctimas de la fuerza pública y esto ha significado que del total de víctimas, el 61 % han sido miembros de la fuerza pública y el 39 % restante, corresponde a civiles.

Las minas que instalaban las Farc eran improvisadas y ubicadas en lugares estratégicos. Ellos usaban las minas para así no confrontar directamente al Ejército. Ponían las minas donde el Ejército se asentaba para que cuando volvieran se vieran afectados.

En Caquetá esa tierra, seca y dura, el grupo de mujeres desminadoras con el que trabajan escavan en busca de los explosivos que dejaron las Farc durante el conflicto. No hay mapas específicos ni información de primera mano sobre la localización exacta o el tipo de explosivos que usó la guerrilla.

Por eso, el trabajo de encontrar una mina en el Caquetá, como en la mayor parte de Colombia, se parece al de buscar una aguja en un pajar, con el agravante de que el artefacto que buscan podría estallar.

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El equipo está conformado por 12 personas, ocho de ellas mujeres desminadoras. En el último año han estado descontaminado la zona que rodea la vereda de Agua Blanca, que solía ser escenario de frecuentes combates entre el Ejército colombiano y el Frente 14 del Bloque Sur de las Farc.

Históricamente el Caquetá fue bastión de las Farc, pero entre 1998 y 2006 grupos paramilitares arremetieron contra el Bloque Sur de esta guerrilla. El conflicto escaló y con él la nefasta práctica de minar zonas estratégicas, como corredores de droga, armas y víveres, o lugares altos donde el Ejército pudiera acampar.

Muchas veces las Farc avisaban a la comunidad que habían minado cierta área, pero algunas veces los explosivistas que sabían dónde estaban los artefactos, morían en combate o los guerrilleros olvidaban dónde los habían puesto y quedaban abandonados.

Tras la firma del Acuerdo de Paz, el 24 de noviembre de 2016, se pusieron en marcha iniciativas de desminado en las zonas que antes eran controladas por las Farc, y la “Ayuda Popular Noruega” fue una de las organizaciones civiles que se pusieron en la tarea de descontaminar el país con el trabajo de las mujeres desminadoras.

El peligroso trabajo de las mujeres desminadoras de Colombia

 Así, bajo estrictas medidas de seguridad, dentro de zonas de despeje minuciosamente demarcadas y con un traje de protección que les recubre la mitad superior del cuerpo, las mujeres desminadoras inician cada día su trabajo.

A cada una se le designa una zona para descontaminar. Si al pasar el detector de metales hay un pitido y el objeto que lo ocasionó no está en la superficie, deberán empezar la excavación.

Las minas que instalaban las Farc eran improvisadas y ubicadas en lugares estratégicos

Cada excavación se debe hacer con la rigurosidad y precisión que requiere el tratar con una mina antipersonal, así lo que haya ocasionado el sonido termine siendo una puntilla.

El trabajo es arduo, sobre todo en las horas del día, cuando la temperatura supera los 30 grados centígrados y la humedad es superior al 80%, algo muy común en el Caquetá.

El proceso para lograr que el Caquetá esté libre de sospecha de minas aún es largo, especialmente porque hay zonas en las que las disidencias de las Farc impiden que se desmine, pero las mujeres desminadoras, dicen estar firmes en su meta de salvar vidas metro a metro.

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