
Síndrome de la Cabaña o el miedo a salir de casa
El Síndrome de la Cabaña hace alusión al temor y vivencias desagradables que se activan en relación a la exposición real o mental a todo lo que conlleve salir de casa.
Hablamos del síndrome de la cabaña cuando experimentamos miedo por salir a la calle.
Miedo a contactar con otras personas fuera de las paredes de nuestra casa, temor a realizar actividades que antes eran cotidianas como trabajar fuera de casa, coger medios de transporte público, relacionarnos con otras personas conocidas, etc.
Pero es importante remarcar que no se trata de un trastorno psicológico, por lo que no hay definición oficial sobre ello. Más bien hablamos de una consecuencia conocida, o incluso podría verse como “natural”, al hecho de pasar tanto tiempo confinados.
Puede que para muchas personas el estado de alarma, que dictó confinarnos en casa bajo cuarentena, comenzara como una enorme pesadilla.
Incluso, muchas personas pueden haber experimentado intensos niveles de ansiedad esos primeros días y semanas.
Curiosamente, esas mismas personas pueden estar hoy desarrollando lo que se está dando a conocer como el síndrome de la cabaña.
Entendiendo la cabaña como nuestros hogares en estos momentos, resulta interesante conocer un poco más sobre este fenómeno psicológico, qué síntomas tiene, qué influye para desarrollarlo y qué hacer para aliviarlo.
Se piensa que este síndrome viene derivado de lo que se conoce también como la fiebre de la cabaña, en inglés cabin fever.
En este caso, hablaríamos de la experiencia opuesta. Se trata de la reacción de agitación, inquietud, desesperanza, dificultades en la concentración e incluso ira, ante la imposición externa de permanecer cerrado en un espacio sin libertad de movimiento.
El síndrome de la cabaña es consecuencia de la cuarentena
Es lo que posiblemente muchas personas comenzaron a experimentar e incluso a buscar ayuda profesional por estos síntomas.
Según expertos, el síndrome de la cabaña es una reacción de agitación, inquietud y desesperanza, ante la imposición externa de permanecer encerrado en un espacio sin libertad de movimiento. Sin embargo, es importante remarcar que no se trata de un trastorno psicológico.
En este sentido, el síndrome de la cabaña puede ser una consecuencia natural de la cuarentena, ya que después de estar meses en casa, existe miedo a salir de nuevo a las calles, a contactar con otras personas y a realizar actividades que antes eran cotidianas.
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Digamos, que así como la anterior es una reacción natural, cuando el confinamiento se alarga a los más de 50 días, como es el caso en muchos países, la cosa cambia.
Gracias al instinto de supervivencia nos podemos haber adaptado a vivir y convivir confinados. Quien experimenta el síndrome de la cabaña puede experimentar ahora, por un lado confort, seguridad y tranquilidad en las actividades en casa a la vez que ansiedad, evitación e irritabilidad por el mero hecho de pensar en salir a la calle o retomar la vida que tenía antes del confinamiento.
Por otro lado, las personas que se pasan el confinamiento solas, tienen más posibilidades de desarrollar el síndrome de la cabaña.
El hábito de no tener ningún contacto físico o cercano con otra persona puede haber creado una forma de rechazo a lo que ahora es excepcional para estar personas, que es el contacto con los demás.
Además, no podemos olvidar que la epidemia no está superada por completo por lo que el riesgo de contagio es real.
Todo y que los miedos de estas personas no son sólo al contagio del virus COVID-19, sino ya en sí a afrontar situaciones sociales o espacios abiertos con múltiples estímulos que escapan a su sensación de control.
El síndrome de la cabaña es más común de lo que se cree, ya que la ansiedad, la aprehensión y el estrés son emociones normales al abandonar el desconfinamiento.
Por ello, es importante analizar nuestros sentimientos para entender cómo superarlos.
En primer lugar, hay que normalizar los sentimientos. Es totalmente natural sentir miedo o estrés al momento de volver a la rutina diaria, ya que se trata de un cambio en nuestro día a día, por lo que nuestro cuerpo y mente necesitan adaptarse a ello.
En segundo lugar, hay que ser consientes de las recomendaciones de salud. Es normal querer retomar la rutina y socializar para sentirnos mejor, sin embargo, tener en cuenta las medidas de prevención contra la propagación del COVID nos dará mayor seguridad para regresar a la nueva normalidad.
En tercer lugar, es importante darnos nuestro tiempo. Acostumbrarse a la nueva rutina es un proceso que puede tomar días o semanas, por lo que no hay que ser duros con uno mismo.
Por último, es importante reflexionar lo que hemos aprendido durante la cuarentena. Momentos difíciles como estos nos ponen a prueba día a día, por lo que ser conscientes de ello nos ayudará en futuros desafíos que se nos presenten.
Definir el ritmo para volver. Un buen consejo para volver a la nueva normalidad es ponerse metas a corto y mediano plazo, es decir, empezar con pequeñas salidas e ir aumentando poco a poco el tiempo de estas hasta recuperar la confianza.
Sabemos que el riesgo y la incertidumbre debido al COVID seguirán por un buen tiempo, por lo que es importante conocer las medidas de prevención para cuidarse y evitar caer en la ansiedad, el miedo o la tristeza.
Algunas personas experimentan grados severos de ansiedad o depresión, por lo que, en estos casos, es importante pedir ayuda profesional para afrontar la nueva normalidad.
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